La amistad es nuestra religión; Nadie, nuestro Dios; y la ignorancia, nuestro templo. Bienvenidos.
viernes, 30 de julio de 2010
La Ilusión
Como una catarata
cristalina al mundo,
un sueño que espera,
una luz que despierta,
el hombre llama su esperanza.
En la calma de unas gotas precipitarse,
de unas nubes navegar por el ancho cielo,
gobierna el sosiego
del espíritu imperturbable
de un hombre cuyo mundo cree suyo.
Y en la lejanía pone su pensamiento,
tranquilo del futuro misterioso,
con la fuerza de una ola por romper,
y de un niño por empezar a jugar
a encontrar la fantasía en todos los rincones.
Se levanta y silba así
sonando cualquier melodía,
cantarines sus pies en cualquier camino,
llamando al extraño por su nombre
y en todas partes lo reconocen.
Derrama su alma fresca cantando,
y sus ojos sonríen sin motivo,
abraza el tiempo sin notarlo
mientras la angustia resbala
en su hogar, la indiferencia.
Siempre en pos de un mundo nuevo
rehechiza el mago el cosmos,
su lenguaje sea vida rebrotada,
siendo sin saberlo,
Señor de lo Espontáneo.
Como una catarata
cristalina al mundo,
un sueño que espera,
una luz que despierta,
el hombre llama su esperanza.
Fénix saltarín
domingo, 25 de julio de 2010
¡¡¡¡¡Jabalí salvaje apareció!!!!
La noche en Sant Gervasi era tranquila. Pare, Anthony, Palo y Finchi, con sus terribles agujetas, subían una empinada cuesta en busca de la anhelada cerveza que debía regalarles la rubía del castillo. De pronto, sus ojos se esturbiaron el paisaje de difuminó, una música de cacería sonó de todas partes y Pare dijo, "Uaaale vaya pedazo perrancos, parecen lobos". A lo cual Finchi contestó, "Pero que dices si son jabalíssss". Efectivamente, ¡jabalí salvaje apareció! y comenzó la batalla. El grupo al completo, excepto Anthony, corrió en su captura a manos desnudas pero los legendarios huyeron no sin antes utilizar, el líder de la camada, un poderoso y super efectivo malicioso que los mantuvo muy a raya.
Una hora más tarde mientras el grupo se encontraba en una plaza cualquiera comiendo pizzas y hamburguesas y comentando el inhóspito encuentro y cual habría sido la mejor estrategia para capturarlo, nos reíamos con la idea de que en cualquier momento otro jabalí salvaje volviese a aparecer a sabiendas de la improbabilidad de tal suceso. Pero la noche nos sonreía y efectivamente así fue. Un ejemplar hembra de nivel 3 salió de la nada cogiéndonos de improviso. Aquello no era la zona safari pero para capturarlo comenzamos a lanzarle cebo, es decir, las puntas resecas de nuestras pizzas. El animal permaneció atento y asustadizo a nosotros durante un buen rato y aprovechamos para fotografiarlo utilizando todo tipo de sonidos que habitualmente atraerían, según la creencia popular mayoritaria, a perros o gatos tan comunes como pidgeys. Fue entonces cuando Finchi se apercibió de que aquello era Pokemon Snap y de nuevo, ante nuestro pobre espíritu cazador, jabalí salvaje volvió a huir.
La noche pasó ya sin más incidencias, pero el siniestro encuentro permanecerá en los corazones de esos jóvenes hasta el fin de sus días.
Fénix alegórico
Una hora más tarde mientras el grupo se encontraba en una plaza cualquiera comiendo pizzas y hamburguesas y comentando el inhóspito encuentro y cual habría sido la mejor estrategia para capturarlo, nos reíamos con la idea de que en cualquier momento otro jabalí salvaje volviese a aparecer a sabiendas de la improbabilidad de tal suceso. Pero la noche nos sonreía y efectivamente así fue. Un ejemplar hembra de nivel 3 salió de la nada cogiéndonos de improviso. Aquello no era la zona safari pero para capturarlo comenzamos a lanzarle cebo, es decir, las puntas resecas de nuestras pizzas. El animal permaneció atento y asustadizo a nosotros durante un buen rato y aprovechamos para fotografiarlo utilizando todo tipo de sonidos que habitualmente atraerían, según la creencia popular mayoritaria, a perros o gatos tan comunes como pidgeys. Fue entonces cuando Finchi se apercibió de que aquello era Pokemon Snap y de nuevo, ante nuestro pobre espíritu cazador, jabalí salvaje volvió a huir.
La noche pasó ya sin más incidencias, pero el siniestro encuentro permanecerá en los corazones de esos jóvenes hasta el fin de sus días.
Fénix alegórico
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sábado, 24 de julio de 2010
La llama
Él la llama,
llama a la discordia,
la chica de fuego,
que chisporrotea por las calles
incendiada en su ego.
Sus huellas de ceniza
son el sendero de polvo estelar
que envidrian sus ojos
en su delirante persecución
cual cometa indomable.
Él la llama,
la reina de su infierno,
trotadora flamígera de sus pensamientos,
ardor de vida,
fulgor de muerte.
En brasas la detiene,
con sus manos de carbón,
y encuentra gélido corazón,
le da la espalda,
y el sol se vuelve luna.
Ahora ella lo llama.
Fénix Astral
martes, 20 de julio de 2010
Regresar
El arquitecto había construido un edificio sólido sobre bases y planos muy claros y explícitos: humildad, firmeza, equilibrio, transparencia, elegancia. Era su mejor obra, indiferente a las inclemencias del tiempo y con un estilo único y totalmente distinto al de los edificios vecinos, integrándose apenas en el paisaje urbano, pero destacando por la lealtad a sus fundamentos.
Allí vivía poca gente, pero eran los perfectos inquilinos para sus apartamentos. Se sentían cómodos y tenían buen nivel de vida, aunque a veces también visitaban otros edificios vecinos y hacían estadas. El edificio se quedaba a veces muy vacío porque tenía capacidad para habitar a muchas más personas y la corriente de gente en él se volvía muy inconstante. Aquelló preocupaba mucho al arquitecto que no dejaba de pensar en cómo hacer el edificio más atractivo y fue añadiéndole lujos y aumentando el precio de los apartamentos y de sus alquileres. Los inquilinos, que no habían pedido nada pero tampoco habían rechazado nada, se quejaron. El arquitecto arguyó que debían agradecerle todas las mejoras y que la subida de precios era apenas insignificante con todos los beneficios que conseguían y continuó mejorando las comodidades del edificio y subiendo los precios poco a poco. Con todo, no llegaban más personas y los inquilinos comenzaron a marcharse.
Ante ello, el arquitecto decidió volver a como estaban las cosas al principio y sus habitantes volvieron, pero luego de un tiempo empezó a fijarse y a comparar su obra con las vecinas. Fue entonces cuando decidió adaptarla al paisaje, o como muchos le dijeron, modernizarla. Comenzó a realizar reformas profundas tirando abajo partes del edificio entero sin, una vez más, consultar a las fieles personas que en él habían vivido siempre. Sin embargo, esta vez no se fueron porque el arquitecto decidió no tocar la parte del edificio en la que vivían ellos y gracias a las partes reformadas comenzaron a llegar personas que jamás se habían fijado en su austera fachada, pues nadie miraba más que fachadas, y su obra avanzaba cada día más hacia la pomposidad y la extravagancia. Aquellos nuevos inquilinos hacían constantes comentarios y críticas al edificio y el arquitecto comenzó a destruirlo y reconstruirlo según el parecer del gran número de turistas y nuevas personas que comenzaban a fijarse en él. La gran cantidad de reformas que hizo, manteniendo el edificio en obras permanentemente, provocó el gasto de todos los recursos del arquitecto y un reiterado endeudamiento que finalmente lo dejó en la ruina. Los nuevos inquilinos seguieron haciéndole críticas, pero en la situación desesperada en la que se encontraba decidió finalmente expulsarlos del edificio temporalmente en lugar de hacer caso omiso de sus comentarios y valoraciones.
Aquello le dio bastante mal nombre en la ciudad y sin embargo los viejos inquilinos de siempre se mantuvieron como si nada. El edificio estaba medio derruido, a medio construir, a medio destruir, repleto de andamios y trabajadores mal pagados y agotados que ya no sabían que había que reformar, destruir o mantener. Los cimientos se habían removido demasiado, y ya ni tenía un estilo determinado ni una línea política clara y se mantenía bajo mínimos, muy vulnerable al entorno, a las inclemencias del tiempo y extremadamente frágil a los terremotos que de tanto en tanto lo sacudían. Pero a pesar de ello, el edificio siempre mantuvo cierta firmeza mal disimulada y el encanto ulterior que, agonizando, luchaba por sobrevivir como un guerrero moribundo que reniega de la deserción.
Fue en esos momentos cuando el arquitecto se apercibió de que el momento de mayor esplendor de su edificio no fue cuando más inquilinos tenía, sino cuando estaba más entero y equilibrado y respondía a sus necesidades y visión del arte, del habitaje y de la vida. Y empezó a ahorrar para regresar al estado original de éste, recuperando los viejos planos, porque merecería la pena mientras hubiese tan solo un individuo realmente feliz en su edificio.
Evidentemente el nuevo edificio ya no iba a ser exactamente el mismo porque el arquitecto había bebido de muchas nuevas fuentes, pero la esencia de sus fundamentos nunca había desaparecido y solo tenía que volverlos a valorar como se merecían. Los inquilinos de siempre, los de siempre, esos eran sus fundamentos.
Fénix Arquitecto
Allí vivía poca gente, pero eran los perfectos inquilinos para sus apartamentos. Se sentían cómodos y tenían buen nivel de vida, aunque a veces también visitaban otros edificios vecinos y hacían estadas. El edificio se quedaba a veces muy vacío porque tenía capacidad para habitar a muchas más personas y la corriente de gente en él se volvía muy inconstante. Aquelló preocupaba mucho al arquitecto que no dejaba de pensar en cómo hacer el edificio más atractivo y fue añadiéndole lujos y aumentando el precio de los apartamentos y de sus alquileres. Los inquilinos, que no habían pedido nada pero tampoco habían rechazado nada, se quejaron. El arquitecto arguyó que debían agradecerle todas las mejoras y que la subida de precios era apenas insignificante con todos los beneficios que conseguían y continuó mejorando las comodidades del edificio y subiendo los precios poco a poco. Con todo, no llegaban más personas y los inquilinos comenzaron a marcharse.
Ante ello, el arquitecto decidió volver a como estaban las cosas al principio y sus habitantes volvieron, pero luego de un tiempo empezó a fijarse y a comparar su obra con las vecinas. Fue entonces cuando decidió adaptarla al paisaje, o como muchos le dijeron, modernizarla. Comenzó a realizar reformas profundas tirando abajo partes del edificio entero sin, una vez más, consultar a las fieles personas que en él habían vivido siempre. Sin embargo, esta vez no se fueron porque el arquitecto decidió no tocar la parte del edificio en la que vivían ellos y gracias a las partes reformadas comenzaron a llegar personas que jamás se habían fijado en su austera fachada, pues nadie miraba más que fachadas, y su obra avanzaba cada día más hacia la pomposidad y la extravagancia. Aquellos nuevos inquilinos hacían constantes comentarios y críticas al edificio y el arquitecto comenzó a destruirlo y reconstruirlo según el parecer del gran número de turistas y nuevas personas que comenzaban a fijarse en él. La gran cantidad de reformas que hizo, manteniendo el edificio en obras permanentemente, provocó el gasto de todos los recursos del arquitecto y un reiterado endeudamiento que finalmente lo dejó en la ruina. Los nuevos inquilinos seguieron haciéndole críticas, pero en la situación desesperada en la que se encontraba decidió finalmente expulsarlos del edificio temporalmente en lugar de hacer caso omiso de sus comentarios y valoraciones.
Aquello le dio bastante mal nombre en la ciudad y sin embargo los viejos inquilinos de siempre se mantuvieron como si nada. El edificio estaba medio derruido, a medio construir, a medio destruir, repleto de andamios y trabajadores mal pagados y agotados que ya no sabían que había que reformar, destruir o mantener. Los cimientos se habían removido demasiado, y ya ni tenía un estilo determinado ni una línea política clara y se mantenía bajo mínimos, muy vulnerable al entorno, a las inclemencias del tiempo y extremadamente frágil a los terremotos que de tanto en tanto lo sacudían. Pero a pesar de ello, el edificio siempre mantuvo cierta firmeza mal disimulada y el encanto ulterior que, agonizando, luchaba por sobrevivir como un guerrero moribundo que reniega de la deserción.
Fue en esos momentos cuando el arquitecto se apercibió de que el momento de mayor esplendor de su edificio no fue cuando más inquilinos tenía, sino cuando estaba más entero y equilibrado y respondía a sus necesidades y visión del arte, del habitaje y de la vida. Y empezó a ahorrar para regresar al estado original de éste, recuperando los viejos planos, porque merecería la pena mientras hubiese tan solo un individuo realmente feliz en su edificio.
Evidentemente el nuevo edificio ya no iba a ser exactamente el mismo porque el arquitecto había bebido de muchas nuevas fuentes, pero la esencia de sus fundamentos nunca había desaparecido y solo tenía que volverlos a valorar como se merecían. Los inquilinos de siempre, los de siempre, esos eran sus fundamentos.
Fénix Arquitecto
jueves, 8 de julio de 2010
Amistades-vegetales
Tener un amigo es como tener una planta en una maceta. Si no la riegas, se seca, si la riegas demasiado se pudre.
Pero también hay muchos tipos de plantas. No es lo mismo tener un solitario, resistente y espinoso cactus nada exigente que un exuberante ficus. Es decir, no es lo mismo una piedra que una esponja. Algunas exigen más cuidado que otras y te recompensan con flores más extravagantes o formas vegetales más bellas y originales. En mi entorno al menos sobreviven siempre mucho mejor los cactus, pero nunca quise en mi vida un clima desértico y siempre me atrajo mucho el tropical y por ello que yo lucho contra el calentamiiento global y la desertificación.
Algunas plantas son muy sensibles a los cambios y necesitan vivir en entornos muy específicos con unas determinadas condiciones ambientales. Si cumples todas las condiciones pueden ser excelentes plantas pero hay que estar dispuesto a sacrificarse bastante por ellas y tener paciencia. El problema es que no tenemos tiempo y ante ello los que mejor se adaptan son las plantas de secano. Demasiado cuidado, no obstante, envenena a la planta que deja de tener intimidad y libertad. Cada planta necesita diferentes dosis de diferentes cuidados y no cuidados.
A algunas hay que podarlas, se te ofrecen en estado salvaje y te exigen que las cortes y seas un poco duro con ellas. Otras necesitan mucho sol y les encantan climas alegres, mientras que otras son umbrías y les gusta algo más serio. Todas ofrecen algo: fruta, perfumes, flores, colores vivos... a veces solo hay que saber verlo y estudiar cómo encajan mejor en tu hogar. Algunas también piden abono, algún aliciente para crecer o dar todo su potencial. De si estás dispuesto a ello, o no, también depende de que descubras a la planta en todo su esplendor. En algunos casos atraen insectos, enfermedades y plagas porque son muy ricas y sensibles a otros seres y eso acaba por destruirlas. Ayudarlas a librarse de sus parásitos, que ignorantemente consideran huéspedes y amigos, es también una forma de cuidar de ellas, aunque siempre hay que ir con mucho cuidado de no pasarse con los pesticidas y productos químicos que les aplicamos o nosotros mismos seremos la enfermedad que les acabe de destruir.
Tener todo tipo de plantas es imposible porque aprender a cuidarlas todas y a hacerlo como requieren implica un esfuerzo de tiempo, comprensión, paciencia y en definitiva de recursos muy exigente. Es por ello que, teniendo en cuenta los recursos que uno tiene, a veces lo más sensato es no tener muchas plantas en casa si uno no va a cuidarse de ellas preocupándose de lo que necesitan o no necesitan. Y a veces es preferible tener dos plantas enormes y resplandecientes que cincuenta mediocres. En este caso, la diversidad es buena si se está dispuesto a valorarla y mantenerla en toda su riqueza y complejidad.
Fénix Vegetal
Pero también hay muchos tipos de plantas. No es lo mismo tener un solitario, resistente y espinoso cactus nada exigente que un exuberante ficus. Es decir, no es lo mismo una piedra que una esponja. Algunas exigen más cuidado que otras y te recompensan con flores más extravagantes o formas vegetales más bellas y originales. En mi entorno al menos sobreviven siempre mucho mejor los cactus, pero nunca quise en mi vida un clima desértico y siempre me atrajo mucho el tropical y por ello que yo lucho contra el calentamiiento global y la desertificación.
Algunas plantas son muy sensibles a los cambios y necesitan vivir en entornos muy específicos con unas determinadas condiciones ambientales. Si cumples todas las condiciones pueden ser excelentes plantas pero hay que estar dispuesto a sacrificarse bastante por ellas y tener paciencia. El problema es que no tenemos tiempo y ante ello los que mejor se adaptan son las plantas de secano. Demasiado cuidado, no obstante, envenena a la planta que deja de tener intimidad y libertad. Cada planta necesita diferentes dosis de diferentes cuidados y no cuidados.
A algunas hay que podarlas, se te ofrecen en estado salvaje y te exigen que las cortes y seas un poco duro con ellas. Otras necesitan mucho sol y les encantan climas alegres, mientras que otras son umbrías y les gusta algo más serio. Todas ofrecen algo: fruta, perfumes, flores, colores vivos... a veces solo hay que saber verlo y estudiar cómo encajan mejor en tu hogar. Algunas también piden abono, algún aliciente para crecer o dar todo su potencial. De si estás dispuesto a ello, o no, también depende de que descubras a la planta en todo su esplendor. En algunos casos atraen insectos, enfermedades y plagas porque son muy ricas y sensibles a otros seres y eso acaba por destruirlas. Ayudarlas a librarse de sus parásitos, que ignorantemente consideran huéspedes y amigos, es también una forma de cuidar de ellas, aunque siempre hay que ir con mucho cuidado de no pasarse con los pesticidas y productos químicos que les aplicamos o nosotros mismos seremos la enfermedad que les acabe de destruir.
Tener todo tipo de plantas es imposible porque aprender a cuidarlas todas y a hacerlo como requieren implica un esfuerzo de tiempo, comprensión, paciencia y en definitiva de recursos muy exigente. Es por ello que, teniendo en cuenta los recursos que uno tiene, a veces lo más sensato es no tener muchas plantas en casa si uno no va a cuidarse de ellas preocupándose de lo que necesitan o no necesitan. Y a veces es preferible tener dos plantas enormes y resplandecientes que cincuenta mediocres. En este caso, la diversidad es buena si se está dispuesto a valorarla y mantenerla en toda su riqueza y complejidad.
Fénix Vegetal
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