Hace tiempo, me crucé con un viejo compañero al que hacía años que no veía. He de admitir que me hizo bastante ilusión verlo, aunque por supuesto desconfié del lenguaje hueco que todo lo llena con el que nos despedimos, “ya nos veremos”. Ya nos veremos, premisa que hoy en día significa que, si se tercia, volveremos a coincidir de aquí unos pocos años o unos muchos meses y volveremos a saludarnos y a alegrarnos de nuevo por vernos y al final despedirnos de nuevo diciendo “ya nos veremos”.
Vale, genios, esa persona, como habréis adivinado, es mi amigo C. Pareja. Convencido como me fui aquel día de que por supuesto ni íbamos a quedar y de que íbamos a tardar mucho tiempo en volver a coincidir, poca esperanza hubiera dado yo al que me hubiese dicho que, en cuestión de un año, sería no solo uno de mis mejores amigos sino un pilar básico en mi día a día.
Podría decir muchísimas cosas buenas de él, pero son cosas que 1-quien lo conoce, ya las sabe 2- quien no lo conoce, tiene derecho al placer de descubrirlas por sí mismo. Así que me quedaré con un par de detalles: tiene la virtud de valor incalculable de estar siempre ahí, y tiene la capacidad de conseguir todo aquello que se proponga (virtudes que, vale la pena decirlo, comparte con mi otro gran amigo). Lo que sea. Talento, arte y ganas no le faltan. Además de ser una de esas personas capaces de esbozar una sonrisa en cualquier rostro con el pincel de su frescura, es sin duda una de las más polifacéticas que conozco. Y no polifacéticas en el sentido de “aprendiz de mucho, maestro de nada” (eso lo puede hacer, y de hecho presume de hacerlo, mucha gente), no, sino que es capaz de hacerlo con éxito en campos muy distintos. Y por supuesto ya no me refiero solamente a las expresiones artísticas, que también. Me refiero en lo personal, en lo social.
Este año ha sido uno de los más difíciles (por no decir el más difícil, ya que aún no ha acabado) con el que he tenido el placer o la desgracia de enfrentarme. Se han juntado muchas cosas y, las personas de débil voluntad como yo, preferimos bucear en ese océano de dudas, frustraciones, fracasos, sinrazones, sinsabores y sinvivires en vez de gastar ese aire que tenemos en los pulmones para intentar salir a la superficie y buscar ayuda. Nos gusta revolcarnos en nuestra miseria, lógica humanoide. En este año tan difícil, donde uno ha ido perdiendo cada cosita que le importaba, por pequeña o nimia que pareciese, hasta quedarse en nada, no puedo por más que agradecer a mis amigos Pareja e Isaac que hayan estado a mi lado y lo hayan hecho mucho más llevadero; no sólo compartiendo las cargas (como si fuera poco), sino ayudándome a vislumbrar en más de una ocasión esa ruta de ascenso que tan duramente buscamos, desorientados en el barro que nosotros mismos levantamos en el fondo marino.
Pero lo que nunca podré acabar de agradecer, es que me hayan enseñado el significado de amistad. Claro que he tenido colegas, y gente que he considerado amigos, y puede que lo fuesen. Pero ninguno como ellos*. Ninguno como ellos puesto que tanto ellos como yo hemos establecido las bases de nuestra relación en torno a la sinceridad. Extraño fenómeno. Poder decir y hacer lo que a uno le plazca, sin importarle cómo será tomado, no tener la necesidad de expresar una idea, porque ya te la han leído, comprender en silencio o no tener que “esforzarse” para integrarse, pues ya estás integrado. Las parejas van y vienen, los colegas están y no están, incluso la familia (esa gente que tenemos que estimar más por parentesco), pero una relación así es prácticamente indestructible, una amistad como la nuestra, basada en el compartir y en la honestidad, en la ayuda y el soporte mutuo, desinteresada en la conveniencia, incluso por muchos años que pasen sobre nosotros, es una amistad que perdurará. Y eso, amigos, es algo que no tiene precio.
Por todo ello, y pese a que ya sabéis que no soy ni demasiado partidario ni mucho menos entusiasta de este tipo de eventos, ésta vez sí que merece la pena celebrar la fecha en la que uno de estos dos amigos llegó al mundo listo para hacernos reír con sus irreverentes ocurrencias, así que... felicidades chaval!
P.D.: todo esto no hubiera tenido cabida si mi móvil hubiera funcionado, pues te habría llamado y te hubiese dicho “felicidades, qué tal el día, qué te han regalado, listo, adiós”, pero como ni tengo tu móvil, ni tu fijo, ni sé cuándo ni si vas a estar en casa, pues he aquí mi humilde presente... por cierto, qué tal el día? qué te han regalado?!?
*Sí que ha habido otras pocas amistades basadas en la sinceridad, pero con Moha se ha hecho extraño, con Teresa hizo su estúpida aparición el deseo, y con Anatma y Noe es diferente. Son otro tipo de relaciones, me sentía obligado a aclararlo porque en ningún caso me gustaría ningunearlas, y puesto que es tan difícil encontrar gente así, se merecen esta parcelita en “el confesionario”. (y a parte no son sus cumples, coño!)
y yo estoy completamente de acuerdo en todo!!! Sin duda, el Caballero Irascible se ha convertido en todo un rey cuando todos fuimos no hace mucho pordioseros.
ResponderEliminarPero porque no tenías movil te hemos ido a buscar a tu casa a reforzar ese vínculo y a beber fanta limón por él jajaja.
Recordad que mi trabajo es el de Soldador de Vínculos Humanos, y vosotros sois la obra de la que me siento más orgulloso tíos jajaja.
Escarcha mental ya es mucho más que el nombre de un blog. Y esta noche cuando nos veamos yo brindaré:
¡POR MIS COJONES!
Gracias. Gracias a los dos. Me siento muy afortunado de haber conseguido resucitar aquellos mediodías de instituto, en los que nos quedábamos los tres en la plazucha aquella para filosofar. Y cuando supe que te matriculaste en la UAB por 1r año, Jhan, me propuse recuperarlas, porque todo el mundo me hablaba de ti pero yo era el único que no había coincidido contigo.
ResponderEliminarNo puedo decir más -1º porque no me gusta dejar comentarios: lo que haya que decir, a la cara y 2º que ya sería algo pomposo- pero sí añadir que sin vosotros, que sois tan importantes e insustituibles, aún seguiría en el pozo en el que yo solito me metí. Dicho esto: yo soy porque vosotros sois.
Gracias a los dos por darme vida y hacerme volar. Gracias, amigos.
Dos patos cascarrabias.