La amistad es nuestra religión; Nadie, nuestro Dios; y la ignorancia, nuestro templo. Bienvenidos.

lunes, 3 de mayo de 2010

El llanto



Pierdo mi vista delirada en el horizonte,
buscando tu rostro perdido entre la multitud.
¿Dónde estás mi enamorada
de dorados cabellos tintados?
Te llamaban Luna, Señora de Hombres,
desprendida y dulcemente cariñosa,
tu inteligencia superaba a la de Helena, perdición de reinos.
Los más nobles y francos varones
lloraban lagrimones por tu amor
sabedores de tu abnegada entrega,
generosa y graciosa como eras
tú les correspondías con poco,
enseñándoles la virtud de la paciencia.
Los viles lobos a los que diste de comer
se hartaron de esperar tus promesas de paraíso.
En aquel traicionero bosque
donde solías recoger margaritas y claveles
y cantabas aquella pícara canción
mientras tus bellas facciones al sol
deleitaban a la misma Venus de Chipre,
te comieron a crueles mordiscos.
¡Oh!, cuán lacerante es el dolor del vacío
que ha dejado tu pérdida en mi corazón
y en el de todos los hombres solitarios
que a la más amorosa de las damas
fueron en busca del calor y el amparo
que al más fuerte y rico prometías.
Mi tierna y letrada caperucita,
yo también te fallé al deshonrarte
con mi indiferencia y mi ausencia
en lugar de vengarte de las bestias mordaces
que te dejaron tirada en aquel coto de caza.
Descansa ahora, mi querida niña,
junto a tantas otras damas maltratadas
cuya historia nos entristece,
como la apasionada Medea
y la encantadora Morgana,
y junto a los más caballerosos hombres
que amaron con veneración a sus mujeres,
como el astuto Ulises y el divino Zeus.

Fénix Poeta

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