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jueves, 20 de mayo de 2010

Y no pude dejar el tabaco

Algunas personas se sientan a escribir sin tener nada que decir. Yo soy una de ellas. Estais avisados, la coherencia de este texto es nula; los temas se van a ir solapando como olas del mar. Porque de eso se trata todo, de no aclararse... De pensar que uno no ha cambiado un ápice desde los quince años. Algunos lo llamarían bendita juventud, yo me inclino más por la verborrea existencialista y lo considero una simple excusa para no cumplir los objetivos propios.
Veréis, dicen que el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra. Ese tipo de hombre tiene suerte. Otros, después de tropezar por segunda vez, agarramos la piedra con la mano y nos la quedamos mirando como bobos, nos la guardamos en el bolsillo y metemos a la lavadora los pantalones con la piedra incluida... El resultado final? Esos pantalones acaban con los bolsillos llenos de piedras. Caminar cuesta más, y de vez en cuando nos paramos en el camino para volver a sacar las piedras y volver a quedarnos mirándolas como bobos. Ahora.
A parte de las piedras, el caminante tiene otros problemas, a veces pierde la orientación y se mete en frondosos bosques o explanadas inmensas. Cruzarlas es mucho caminar. El paisaje es monótono y para distraerse, el viajero se evade de la realidad y empieza a pensar, más bien soñar. El problema es que ahora no presta atención al camino, podría perderse otra vez, o aún peor, tropezar con algún pedrusco. A veces, el caminante sigue un sendero que llega a disolverse y se encuentra otra vez sin saber donde está. ¿Dónde cojones me llevaba este camino?
En algún momento pisará la carretera, y aquí tiene varias opciones, o hacer autoestop o ver como pasan los conductores a toda velocidad (los conductores fueron mucho más listos que él, desde un principio sabían que el coche era más comodo y rápido). El único consuelo está en que los coches a veces pinchan o se les acaba la gasolina... Claro, que también muchos caminantes se quedan en el camino, muertos de tanto caminar como imbéciles por un camino que parece nunca acabar de ser caminado.
Es hora de sacar el pulgar y comerse el orgullo. Las piedras se quedaran en el pantalon, pero éste no se llenará más, alomejor aún está a tiempo. Los coches también se pierden, pero suelen tener GPS.
La única cosa es que... el paisaje no se ve igual detrás de la ventanilla...
Un precio más que asequible, no?

Entrada cedida por
Raulinho

3 comentarios:

  1. interesante, incluso me gustaría continuar con este estilo metafórico:

    Solo diré que prefiero tropezarme con una piedra a tener un accidente de coche.

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  2. bueno, incluso con 50 piedras bien pensado!

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  3. Coño! si eso es mío!

    jaja


    Hombre, depende del tamaño de las piedras y del coche qwue lleves, no es lo mismo pegarsela con un seat panda que con un tanque verde de esos...


    Pero el paisaje mola mas si no tienes que mirar por una ventanilla!

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