La amistad es nuestra religión; Nadie, nuestro Dios; y la ignorancia, nuestro templo. Bienvenidos.

martes, 16 de marzo de 2010

Antiheroísmo

Esta es la era de los antihéroes y del decadentismo. Puesto que somos incapaces de creer en la constancia y fiabilidad del género humano nos molesta la gente perfecta, los moralmente correctos, los mágicos triunfadores. Nos sabemos imperfectos, culpables, limitados, inacapaces y necesitamos reconocernos en otros como nosotros para sentirnos normales e integrados en la sociedad. Tendemos a creer que lo malo es probablemente más verdadero que lo bueno (nos gusta creerlo). Tras lo bueno o aparentemente bueno (si todo es relativo todo es aparente) porque siempre sospechamos intereses ocultos y falsedad que tarde o temprano será descubierta. La ficción (cine, teatro, literatura, etc.) nos hace creer que el mundo es así y al mismo tiempo siempre queremos encontrarnos con las expectativas que tenemos para no salir defraudados y pues la ficción nos la da. Como dice Jean Braudillard consideramos que la realidad es realidad solo si se parece a la ficción. Y es que, en definitiva, NO HAY ARTE SIN IDENTIFICACIÓN.



Nos atrae el riesgo porque es misterioso y peligroso, porque nos reta a superarlo y conquistarlo y precisamente cuanto más difícil parece algo de conseguir más crece nuestra sensación de obtener una gran recompensa por el esfuerzo. La amenaza, sino derrota y ahuyenta, alimenta el deseo, deseo de encontrar la trampa que existe por el miedo/emoción de saber la respuesta. Esa la esencia de lo seductor. En otras palabras para seducir hay que ser un poco amenazante, inaprensible, inconquistable e incluso algo peligroso.

Un amigo mío me dijo una vez sintetizando una idea que nos daba vueltas desde hace tiempo: "Las mujeres prefieren a los corderos como amigos y a los lobos como parejas". Supongo que con las metáforas correspondientes también se podría aplicara  los hombres. Pero esto claro está son mitificaciones y estreotipos porque yo he visto a presuntos lobos meter el rabo entre las patas a la mínima de cambio y a presuntos corderos pegar mordiscos que arrancarían un brazo. Claro, como decía, todo es aparente, pero vivimos en un mundo en el que tampoco queremos ir mucho más allá de la superfície porque o no tenemos tiempo o porque sencillamente nos interesa tener muchas relaciones y rápidas, sin buscar demasiado la calidad en cuanto a vínculos fuertes me refiero y así también se minimizan los daños cuando lo que se rompe nunca fue sólido. Si preferimos a los corderos como amigos es porque sabemos que las relaciones de amistad son más duraderas y fiables y lo bueno lo queremos hacer permanente aunque sea de una forma inconsciente. También lo valoramos menos y nos preocupamos menos de lo bueno porque lo consideramos seguro, sobre todo cuanto más tiempo pasa. Las relaciones sexuales se quieren como relaciones frenéticas y muy variadas, con personas que no nos importen y por tanto cuya moralidad tampoco tenemos tanto tanto en consideración. Prevalecen la superficialidad y la apariencia, poco más que primeras impresiones que nos atrapen, fruto de actuaciones estelares dispuestas a proyectar determinadas imágenes encandiladoras y por supuesto predeterminadas.
Y recordando el día de la mujer trabajadora haré una última reflexión que reconozco que se va demasiado del título pero me da igual. Lo peor es cuando algunas personas, hombres y más lamentable aun, mujeres, consideran que el machismo acaba cuando el hombre participa activamente en las labores del hogar y en general ha conseguido la paridad en cuanto a derechos y deberes en todos los ámbitos de la vida social. Hay un machismo solapado, cultural y de valores, tan arraigado y normalizado que apenas es cuestionado y que sin embargo persiste poderosamente y muchas mujeres, MUCHAS, lo defienden conscientemente sin reflexionar sobre lo machista que es. Preferir a los "chicos malos" o incluso decir que les gustan los hombres "que me den caña" (y eso lo he oído yo en boca de feministas que odian con toda su alma el machismo), hombres un poco canallas, algo crueles, duros e insensibles como definición de masculinidad, es profundamente machista. Hombres así los necesitan mujeres sin autoestima, que no son capaces de darse caña solas, y el ideal de mujer sensible y emocional y emotiva como femenina también es muy machista.

Da mucho que pensar esto, pero en definitiva el machismo es una cosa también muy de mujeres.

Estudiante a Fénix

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