"El viaje siempre recomienza, siempre ha de volver a empezar como la existencia, y cada una de sus anotaciones es un prólogo; si el recorrido del mundo se transfiere a la escritura, éste se prolonga en el traslado de la realidad al papel- tomar apuntes, retocarlos, borrarlos parcialmente, reescribirlos, desplazarlos, variar su disposición.- [...]
Viajar no para llegar sino por viajar, para llegar lo más tarde posible, para no llegar posiblemente nunca. [...]
Viajar sintiéndose siempre, a un tiempo, en lo desconocido y en casa.
Cada viaje implica una experiencia similar; alguien o algo que parecía estar cerca y ser bien conocido se revela extranjero e indescifrable, o bien un individuo, un paisaje, una cultura que considerábamos diferentes y ajenos se muestran afines y emparentados con nosotros. [...]
Quien viaja es siempre un callejeador, un extranjero, un huésped; duerme en habitaciones que antes y después de él albergarán a desconocidos, no posee la almohada en la que apoya la cabeza ni el techo que le resguarda. Y así comprende que nunca se puede poseer verdaderamente una casa, un espacio recortado en el infinito del universo, sino tan solo detenerse en ella, por una noche o durante toda la vida, con respeto y gratitud. No por azar el viaje es ante todo un regreso y nos enseña a habitar más libre y poéticamente nuestra propia casa."
"La salvación crece allá donde crece el peligro" (Holderlin)
Extraído del prefacio de El infinito viajar de Claudio Magris
Fénix viajero
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