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domingo, 25 de octubre de 2009

Capítulo II: La caída de los tres caballeros

Algunos meses después, con el caballero macarra totalmente integrado en el nuevo grupo de intrépidos errantes, los compañeros de la vida fueron víctimas de una preocupante bajada de moral que se había ido apoderando de ellos paulatinamente, más cuando quedó materializada, una noche estival en plenos festejos del castillo de Ipsen, de boca del nuevo integrante:
-Caballeros, al enrolarme con vosotros me prometisteis aventuras y damas a toda hora y por doquier; desde que os acompaño tan solo he pasado frío encima del caballo, me han rechazado las doncellas más putas, nos han humillado y robado dos bandidos en el bosque y encima no he tenido ninguna oportunidad de aproximación a la Dama del Triste Velo, la verdadera razón, como ya sabéis, por la que me instruí como caballero. Qué sucede, qué es lo que funciona mal?
El caballero tranquilo bajó la mirada al suelo cediendo el turno de respuesta a su compañero, el caballero agitador:
-Caballero macarra, estás en lo cierto en cuanto a todo lo que dices; no así, nosotros mantenemos nuestra palabra, y de esta manera nuestro honor, de que todo lo que te contamos es absolutamente verdadero. Allá en nuestro lejano país de origen gozábamos de gran éxito y fama merecidos, pues sobraban motivos para que el pueblo brindara por nosotros y nos era imposible contar nuestras conquistas de una sola noche. Príncipes se disputaban nuestros favores y reyes nuestros consejos. La plebe nos admiraba y vio nuestra luz verdadera, la que desprendemos desde el interior, creyeron en nosotros y con la afilada lanza del compromiso nos abríamos paso sin dificultades en el campo de batalla, desenmascarando cualquier contrincante de más bajo honor- hizo una pausa para mirar a su alrededor, donde el estertor de la fiesta alcanzaba uno de sus grados máximos-. Pero aqui, no sabemos lo que sucede y nos vemos sujetos a nuevas reglas, a las cuales, salta a la vista, aún nos nos hemos adaptado.
Y estaba en lo cierto. Pese a que el trío de caballeros era valorado por sus compañeros de batalla en el arte de la guerra, no gozaban de ninguna otra conquista en ningun otro campo. En las celebraciones posteriores en los diferentes castillos, las plazas derrotadas y los fortines amigos, no acariciaban gloria ninguna y apenas sí eran bien recibidos. Aunque había que admitir que se esforzaban en demostrar su valía: el caballero agitador era un incansable espadachín que pretendía ganarse el favor de algunas de las damas más bellas del reino con sus infinitas exhibiciones de las habilidades con la espada, que se solían prolongar hasta prácticamente la mañana; al final las damas rehuían de él y se iban con caballeros con menos habilidades, pero mejor fama.
El caballero macarra no cejaba en sus intentos, noche tras noche, celebración tras celebración, de demostrar al pueblo fácil de asombrar el poder de la ilusión y reproducía encantamientos, trucos y magia para atraer la mirada de las doncellas; pero tanto las doncellas como el pueblo ya no eran tan fáciles de impresionar, y le pedían que en vez de estúpidos juegos de luces les trajera la cabeza de un dragón, y entonces le escucharían. Ni él mismo sabía que esos trucos no podían surtir efecto, pues no creía en sí mismo, tan ensimismado estaba en la esperanza de que la Dama del Triste Velo apareciera de repente por el torreón, sumándose a la celebración.
El caballero tranquilo, por su parte, consciente de la inutilidad de juegos de espada o hechizos mágicos o quizá solamente aburrido de sí mismo, optaba por sentarse en uno de los larguísimos bancos de madera una vez concluido el festín, con una copa de vino en la mano y escuchando, casi azarosamente, los versos de los juglares y las canciones de los trovadores, o también acercándoles algun resto de comida a los leones y fieras encadenados que gustaba de tener a según qué reyes caprichosos.
En este ocaso de las esperanzas y sueños del trío de caballeros, no era raro escuchar a apuestos compañeros de guerra embriagados de éxito y sujetando a una dama de cada brazo, frases como:
-Ah, sí! Ahí tenemos a los tres tristes tontos, que se dejan las armas en las monturas cuando están en el bosque e incapaces de acercarse a menos de tres metros de una doncella... alejémonos antes de que nos alcance su mala fama, chicas!!
-Qué es ese extraño olor que empiezo a sentir...? Ah! Pero si es el tufo del fracaso! Por Dios, macarra, agitador y tranquilo, haced un favor a la orden y utilizad los caballos para labrar el campo, no para manchar el buen nombre de los caballeros!
Y risas, y más risas...
Pero el caballero agitador, harto de tanta burla y desprecio, inducido por una rabia que le manaba del corazón fue directo hacia el último caballero que se había atrevido a manchar su honor una vez más; pero en el camino, la dulce y ensimismada en sí misma conversación de dos doncellas le detuvo:
-Ay, sí! Cuánto deseo conocerle...! Imagínate! Además, los cortesanos andan comentando que estuvo en Ipsen hace apenas tres semanas. No te das cuenta? Podríamos haber bebido del mismo vaso que él!!- al borde de la histeria
-Síii! Tienes razón! Es increíble, tan guapo...
-Tan apuesto...
-Tan fornido...
-Tan fuerte...
(un suspiro a dúo) -Ahhhh...
-Perdonen doncellas... no pude evitar escuchar la conversación y aunque hubiese querido no lo hubiese hecho; de quién hablaban que estuvo en Ipsen hace tres semanas?- el caballero agitador se interpuso en el amor universal que estaban regalando las doncellas al mundo
-Pues de Sir Huntington Bocanegra, por supuesto, el caballero más famoso de todo el reino, de quién va a ser?
-Y el más valiente, conocido por ello como el caballero valiente.
-Y al que tú...-gesto de desprecio sin contemplaciones- ni soñarías con parecerte... "caballero".
-Caballero agitador, señorita, para servirle, si tiene un matrimonio aburrido o le quema el culo un dragón.
-"Caballero agitador"- repitió irónicamente- un medio hombre como tú ni se merecería estar en presencia de alguien como Bocanegra...
Y las dos doncellas desaparecieron asqueadas entre cuchicheos. Pero aquello le había dado una idea al caballero agitador.
Cuando los últimos reductos de la fiesta de esfumaron por entre las habitaciones que empezaron a estar concurridas del castillo de Ipsen y las primeras luces del día sorprendieron a aquellos a quienes la noche se les había quedado muy corta, los tres caballeros acertaron a reunirse cerca del puente levadizo para recuperar sus monturas y retomar un camino sin rumbo.
El caballero tranquilo, que había abusado de la famosa "infusión de la hoja de cinco picos", dijo desde las profundidades de su ser:
-Caballeros... creo que me retiraré  y os dejaré la aventura a vosotros. Mi última misión será... será... enfin, ahora mismo no recuerdo cuál era, pero escuché que un tal caballero valiente había conseguido la piel del único león albino de este continente y la exhibiría en el famoso torneo de Alexandria... La piel de ese león... conseguirla, como bien sabéis, era el propósito por el que me instruí como caballero... así que ya no tiene sentido seguir con la farsa. Me alegro mucho...
Y continuó y continuó divagando y balbuceando sin darse cuenta de que había iluminado involuntariamente a sus dos compañeros:
-Caballeros -lo interrumpió el caballero macarra- en el lejano reino de Alexandria es donde vive la Dama del Triste Velo, ahora acabo de recordar, así que invertiré toda mi fuerza y empeño en llegar hasta allí aunque sea lo último que haga como caballero.
-Caballeros -continuó el caballero agitador- derrotar a Huntington Bocanegra nos restablecería de una vez por todas la fama y el honor perdidos, y nos concedería gloria infinita y un lugar propio en la historia de la caballeria; así que debo llegar a Alexandria aunque sea lo último que haga como caballero.
Se mantuvo por un instante un tenso silencio entre los tres caballeros, el silencio que precedía la tempestad, la aventura, la sangre corriendo en las venas por fin.
-Caballeros -hablaba el caballero tranquilo- debemos valorar que llegar a tiempo a Alexandria probablemente nos costará nuestras monturas y hasta el último centavo de nuestro escaso dinero, dejando aparte el peligroso camino que hay que seguir hasta llegar. Yo debo ver esa piel de león aunque sea lo último que haga como caballero. Alexandria. Estamos de acuerdo pues?
Los tres caballeros montados en sus corceles, la potente salida del sol eclipsándolos, las espadas en alto:
-Estamos de acuerdo!!

El Rapsoda de la ignorancia

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