Tanto tengo periodos de destrucción y desenfreno sentimental, como periodos de reconciliación, prudencia y racionalidad ilustrada. Cuando estoy en la primera fase veo a la segunda como una etapa de autoengaño, de creación de un mito para protegerme de mis miedos, de artificio puro y duro. Cuando estoy en la segunda veo que la primera es una fase de ataques desatados de sentimientos encontrados, de impotencia, de rabia y odios mal disimulados que solo se aplaca cuando puedo expulsarlos. Como un recipiente que se va llenando hasta que al final se desborda y decides vaciarlo, ahogando a todo lo que te rodea.
Y finalmente están los periodos de interfase, que están marcados por el cansacio y cierta melancolía.
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